LA
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Y LA
EXCELENCIA EN EL TRABAJO
Para entender
con más exactitud la contribución de las aptitudes emocionales a
la excelencia, Daniel Goleman recurrió, en su investigación,
a Ruth Jacobs y Wei Chen, investigadores de Hay/McBer en Boston.
Ellos volvieron
a analizar sus propios datos no procesados, tomados de estudios
realizados en 40 compañías, a fin de evaluar el peso
relativo de una aptitud dada en cuanto a destacar a las estrellas de
los trabajadores promedio.
Resultados: la
mayor potencia en aptitudes puramente cognitivas aparecía con
una frecuencia 27% mayor en las estrellas que en los
trabajadores promedio, mientras que la mayor potencia en
aptitudes emocionales era un 53% más frecuente. En otras
palabras: las aptitudes emocionales eran dos veces más
importantes para la excelencia que el intelecto puro y la
pericia.
Luego de estos
datos Goleman escribió: ‘Ese cálculo concuerda con
mis propios hallazgos; me parece que ese número puede ser una regla
básica conservadora en cuanto al valor general de la aptitud
emocional en el desempeño estelar’.
Otro ejemplo: Richard Boyatzis (de la Weatherhead School of Management, en la Case
Western Reserve University) realizó un estudio clásico,
efectuado sobre más de 2.000 supervisores, gerentes del
nivel medio y ejecutivos de 12 organizaciones diferentes.
De las 16 habilidades que
distinguían a las estrellas de los mediocres, todas, menos dos,
eran aptitudes emocionales.
Estos resultados
se repiten en un análisis más amplio de las cualidades características
de trabajadores estelares, efectuado por Lyle Spencer Jr.,
director internacional de Investigación y Tecnología en Hay/McBer.
El análisis de Spencer incluye estudios de aptitud en 286
organizaciones: dos tercios en Estados Unidos y un tercio
en otros 20 países. Los puestos analizados incluyen cargos
gerenciales, de supervisor a director ejecutivo; personal de ventas
y comercialización; profesiones científicas y técnicas; atención
de la salud, gobierno y educación, y hasta organizaciones
religiosas.
De 21
aptitudes genéricas identificadas por Spencer, todas,
menos 3, se basaban en la Inteligencia Emocional. De las 3
aptitudes puramente cognitivas, 2 eran intelectuales: las
capacidades analíticas y el pensamiento conceptual. La tercera era
pericia técnica. En otras palabras: la gran mayoría (más del
80%) de las aptitudes generales que diferencian a los
trabajadores superiores de los mediocres dependen de la
Inteligencia Emocional, no de la capacidad puramente cognitiva.
Marilyn
Gowing,
directora del centro de recursos personales y desarrollo,
dependiente de la Oficina de Manejo de Personal de Estados Unidos,
supervisó un exhaustivo análisis de las aptitudes que parecían
diferenciar a los trabajadores superiores de los apenas aptos en
casi todos los empleos federales.
Robert
Buchele,
por otra parte, economista especializado en trabajo del Smith
College, calculó la proporción entre la aptitud técnica y
las habilidades interpersonales que distinguían a los trabajadores
sobresalientes, desde los puestos más altos hasta los más bajos.
En los empleos
de nivel inferior (empleados de compras y auxiliares de oficina), se
requerían principalmente capacidades técnicas. Pero en los
cargos más elevados (puestos profesionales o gerenciales), las
capacidades interpersonales tenían más importancia que las técnicas
en cuanto a caracterizar los desempeños estelares. Y para estas
ocupaciones de alto nivel, cuanto más avanzara la gente en su
cargo, más importantes se tornaban las capacidades
interpersonales (pero las técnicas no) en cuanto a distinguir
el desempeño superior del ordinario. |