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PARA
AUMENTAR EL
COCIENTE EMOCIONAL
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LA
IMPORTANCIA DE LAS
HABILIDADES
SOCIALES
La empatía es la capacidad de percibir el mundo interior emocional y vivencial de otras
personas, por lo tanto, es la raíz
de la interacción eficaz con otras personas.
La competencia social, en cambio, está más relacionada con la
convivencia externa de las personas, el desenvolvimiento social exento de fricciones y el control de las reglas de juego social.
Por ejemplo,
para poder percibir el miedo de una hija a la escuela, es necesaria
la empatía. Comunicar a
la maestra este problema y ganar su complicidad implica competencia
social. Esto requiere, por ejemplo, crear un ambiente agradable
para la conversación, saber convencer y motivar a otros, moderar
los conflictos, contemplar los problemas desde distintas
perspectivas, reconocer los sistemas de relación e interacción de
los grupos.
En su mayor medida, tanto el trabajo como el
aprendizaje son sociales. Las organizaciones y empresas son ‘redes de participación’. Para
lograr un desempeño efectivo en los trabajadores del conocimiento
(de cualquier trabajador, en realidad), la clave está en inyectar entusiasmo y compromiso, dos cualidades que las organizaciones
pueden crear, pero no imponer.
En ese sentido,
las facultades de la inteligencia emocional son sinérgicas con las cognitivas; los trabajadores excelentes poseen
las dos. Cuanto más complejo es el trabajo, más importante es la
Inteligencia Emocional (en especial la destreza en las relaciones
sociales), aunque sólo sea porque la deficiencia en estas
facultades puede dificultar la aplicación de la pericia técnica y el intelecto que se
tenga.
En un estudio
que se publicó en un número de 1993 de la revista HARVARD BUSINESS REVIEW, Robert
Kelley y Janet Caplan estudiaron una división de los Laboratorios Bell que se ocupa de diseñar y crear conmutadores
telefónicos electrónicos. Esta división está compuesta por equipos de 5 a 150 miembros. Su trabajo es muy duro y difícil y obtienen unos resultados bastante apreciables. Kelley y Caplan pidieron a aquellos científicos e ingenieros tan
trabajadores que designasen
un grupo de entre el 10 y el 15% de sus compañeros que destacaban
entre ellos.
Cuando se
comparó a aquellas superestrellas del trabajo con sus compañeros
menos rutilantes, se descubrió que se diferenciaban muy poco de los demás y que habían obtenido resultados
muy semejantes en los tests de inteligencia y de personalidad,
como también eran semejantes sus resultados académicos. Kelley y Caplan se
quedaron confusos. Estaban decididos a encontrar
en qué estribaba la diferencia, de modo que entrevistaron a sus
sujetos con mayor profundidad.
Lo que descubrieron fue sorprendente.
Lo que establecía la diferencia entre las estrellas y los demás
era su capacidad para establecer una compenetración con las personas clave
dentro del organigrama general de la división, con las personas
que conocían las soluciones técnicas y que se las ofrecían con
facilidad y con rapidez gracias
a la compenetración que habían forjado con ellas en el tiempo (o
sea, la destreza para relacionarse). La estrella podía volver a
su grupo con la solución necesaria, evitando retrasos ulteriores en
el raudo camino del grupo hacia su objetivo. La ‘inteligencia
social’, como la llamó el psicólogo pionero E. L. Thorndike, era lo que establecía
la diferencia, y no el C. I., ni ninguna otra cualidad de la
personalidad.
En el mismo número
de la HARVARD BUSINESS REVIEW en que se publicó el estudio de Kelley y Caplan, David Krackhardt y Jeffrey Hanson describen tres redes
informales que operan entre bastidores en la mayoría de las
compañías:
1) las redes de comunicación de carácter social,
2) las redes
de conocimientos para el asesoramiento
técnico, y
3) las redes
de confianza, cuyos miembros pueden poner
en común algunos de
sus sentimientos más privados y
menos aceptables socialmente.
Las estrellas
de Kelley y Caplan eran populares dentro
de las redes informales, además de en las redes formales más
visibles. Dentro de su Inteligencia Emocional figuraban estas seis destrezas, de las cuales 5 son habilidades sociales:
1. La capacidad de ver las cosas desde el
punto de vista
de los demás.
2. La capacidad de convencer a los demás.
3. La capacidad de establecer consenso en el
desorden
aparente.
4. El don de evitar los conflictos.
5. La capacidad de coordinar los trabajos de
los demás,
cuya consecuencia es un trabajo de equipo efectivo.
6. El deseo de llegar más allá de las
obligaciones de su
puesto de trabajo y la capacidad de estructurar
su
tiempo para conseguir realizar las tareas adicionales
que han
asumido voluntariamente. |
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