AVENTURAS SEXUALES II
Aventuras y un nuevo matrimonio
Algunos amantes se convierten en esposos a través de un divorcio y un nuevo matrimonio. Pero el camino de un compañero a otro rara vez es simple. Sin considerar las dificultades financieras, emocionales y prácticas que trae como consecuencia el divorcio, así como los tremendos trastornos para los niños, el fin de un matrimonio siempre colocará mucha presión sobre la aventura pues la nueva pareja tratará de convertirla en un matrimonio exclusivo. Como hemos enfatizado a lo largo de esta obra, siempre hay un grado de interdependencia entre la aventura y el matrimonio, de modo que el fin de uno está condenado a tener implicancias en el otro. El mismo secreto de la aventura puede haber sido el mayor elemento de atracción. El tiempo limitado que la pareja compartía y las circunstancias en general muy restringidas en que se encontraban podía ayudar a que la relación ganara en excitación y en intensidad. La vida cotidiana y su rutina quedan excluidas; la pareja está allí sólo para amarse. Todo el tiempo es una fiesta, y como señaló uno de los entrevistados: 'No tienes que quedarte para lavar los platos'. Con frecuencia, las aventuras se alimentan de la sensación de lo que podría pasar.
El secreto y las exigencias de la vida matrimonial de los que participan en una aventura implican que inevitablemente hay muchas cosas que no pueden hacer juntos. Entre estas se pueden encontrar elementos idealizados del matrimonio, por ejemplo, una noche tranquila junto al fuego sin nada particular que hacer. Una vez que la aventura se transforma en matrimonio, el romántico futuro imaginado se vuelve presente real y no todas las relaciones están en condiciones de soportar esa transformación.
A veces la pareja depende demasiado de las limitaciones dentro de las cuales se movió durante mucho tiempo. Las posibilidades imaginadas que siempre estaban fuera de alcance suelen no resultar tan maravillosas cuando se vuelven cotidianas. Por estas razones, en muchos casos, cuando las aventuras se vuelven públicas y la pareja comienza a deshacerse de sus antiguos matrimonios para pasar a uno nuevo, la relación no sobrevive. En otros, se llega tan lejos como a un nuevo matrimonio o la cohabitación antes de que la relación colapse. Como demuestran encuestas realizadas en varios países, los segundos matrimonios son menos duraderos que los primeros.
¿LAS AVENTURAS CAUSAN DIVORCIOS?
No sabemos cuán importantes son las aventuras como causa de divorcio. Sería muy simplista contar los divorcios en los que se menciona una aventura como causa. Esto, por supuesto, dejaría de lado otros divorcios donde hubo aventuras, pero la pareja prefirió otras causas en las cuales basar los procedimientos legales, además de todos los matrimonios que persisten y siguen juntos, a pesar de o a causa de las aventuras que uno u otro puedan haber tenido. Inclusivo donde ha habido una aventura a la que siguió un divorcio, y los amantes establecieron juntos un hogar, sería bastante erróneo decir que la aventura provocó el fin del matrimonio. Quizá la aventura sólo haya sido el estímulo para terminar con un matrimonio muerto o agonizante. Pero nada de eso niega que las aventuras puedan terminar con los matrimonios.
Dado que el cuidado de los niños es poco probable que sea la principal preocupación de los hombres después del divorcio, estos, a diferencia de sus mujeres, se sienten mucho más libres para entablar otras relaciones. Aun cuando la imagen que tenemos de la vida de los padres solos es la de una eterna lucha, es sorprendente que tantas mujeres la elijan en lugar de quedarse en matrimonios que no las satisfacen. Pero que algunas se vayan es un testimonio del compromiso que las mujeres asumen con una relación cercana e íntima; una relación que muchas mujeres no encuentran en sus matrimonios. Esto queda claramente demostrado en estudios realizados sobre las quejas que ex esposas tienen de sus matrimonios. Las más comunes conciernen a la calidad emocional y social del matrimonio. Dicen que su marido era distante en lo emocional, que no podían hablar con él, que él no era franco y no acostumbraba compartir sus sentimientos. NO se sentían entendidas o apoyadas en lo emocional.
Estas características parecen ser mucho más importantes que una buena relación sexual para ellas. En realidad, algunas valoran el acto sexual porque les brinda momentos de proximidad e intimidad emocional. Si bien algunas se quejan de la infidelidad de su marido, este tema está mucho más abajo en la lista que el tono emocional de sus matrimonios. La lista de las insatisfacciones de los hombres son en general mucho más cortas. Se quejan de cosas como las peleas y discusiones, junto con otras relaciones de sus esposas -incluyendo algunas que no son sexuales-. Eso es lo que importa a los maridos.
AVENTURAS, DIVORCIO Y MADUREZ
DEL MATRIMONIO
Para algunas personas, la experiencia de construir una relación cercana e íntima se ha dado siempre en el contexto de una relación sexual. Por lo tanto, cuando la intimidad comienza a desvanecerse en el matrimonio y se desarrolla en otra parte se repite el modelo y se inicia una relación sexual como forma de creaer una nueva intimidad. Los hombres en particular corren este riesgo cuando eligen a mujeres como confidentes. Las confidentes pueden convertirse en amantes. Las mujeres, por su parte, se vuelvan a otras mujeres. Otra posibilidad es que simplemente resulta difícil quebrar antiguos modelos.
Si la experiencia y la convención antes del matrimonio fue que la mayoría de, si no todas, las relaciones íntimas se convirtieron en sexuales, resulta difícil cambiar ese modelo cuando las relaciones cercanas se establecen después del matrimonio. Sabemos que es probable que aquellos que tienen muchas relaciones sexuales antes del matrimonio también las tengan fuera de él.
También se trata de una cuestión de oportunidad. A medida que el matrimonio madura y la pareja comienza a pasar menos tiempo a solas, hay más posibilidades de conocer y de compartir el tiempo con posibles amantes. La oportunidad y la fase del matrimonio pueden llegar a coincidir.
Aunque las mujeres están equilibrando un poco las cosas, existe la creencia generalizada de que los hombres tienen más aventuras que las mujeres. Ya hemos discutido algunas de las razones por las cuales ocurre esto. Una razón más puede ser que las aventuras de los hombres tienden a destruir menos matrimonios que las de las mujeres. Hacemos esta afirmación basados no sólo en la continuidad del doble criterio que juzga las aventuras de los hombres más aceptables que las de sus esposas, sino en algunas características típicas de la aventura masculina y en cómo se relaciona esta con el matrimonio. A causa de su particular desarrollo emocional y sexual, los hombres tienen mucho más éxito que las mujeres en crear compartimientos en sus vidas que permiten que sus aventuras y su matrimonio coexistan casi sin conexión aparente. La forma en que el desarrollo emocional masculino implica una separación necesaria de la primera relación amorosa -con la madre- y el hecho de que su sexualidad se forje fuera de una relación social les brindan la posibilidad de separar aventura de matrimonio. |