EL
VERDADERO AMOR
Como
todos lo sabemos, los niños necesitan amor. La receta
respectiva parece simple y clara: ame usted a sus hijos,
y ellos se sentirán dignos de que los amen. Es este un
consejo que recibimos a menudo: sin embargo, son
incontables los hijos de padres que se preocupan profundamente
por ellos y que, no obstante, se sienten NO QUERIDOS. ¿Cómo
es posible que esto suceda?
El
amor nutricio es un interés tierno, que consiste en valorar
al niño por el mero hecho de que existe. Se da cuando vemos a
nuestros hijos como seres especiales y queridos, AUN CUANDO
TAL VEZ NO APROBEMOS TODO LO QUE HACEN.
Si
es esto lo que siente usted por su hijo, su problema principal
reside en cómo comunicar tales sentimientos. Es un hecho el
que muchos de nosotros sólo tenemos nociones decididamente
vagas acerca de la forma en que debe transmitirse este
material básico de la vida. Antes de examinar los elementos
que transmiten al niño el amor de los demás, importa pasar
revista a ciertos errores de concepto corrientes.
ERRORES
DE CONCEPTO CORRIENTES ACERCA DEL AMOR
Es
común que se crea que los padres demuestran su amor cuando se
manifiestan afectuosos, dejan de lado repetidas veces sus
propios intereses en pro de sus hijos, observan a estos con
ojo vigilante, les ofrecen ventajas materiales, invierten en
ellos tiempo abundante y los tratan como si fuesen seres
especialmente superiores. El hecho es que semejante conducta
no siempre hace que los niños se sientan amados.
SI
bien el afecto cálido y el contacto corporal estrecho
fomentan el crecimiento físico, mental y emocional, estos
elementos no garantizan, EN Y POR SÍ MISMOS, que el niño
vaya a sentirse querido. El trato frío e impersonal -en
especial cuando tiene lugar durante los primeros años de la
infancia- perjudica todos los aspectos del desarrollo ;
pero la correspondencia afectiva, SOLA, no basta para
convencer al niño de que es digno de que lo amen. Él
necesita mucho más para estar SEGURO de que lo quieren.
Abundan los niños de familias afectuosas que no se sienten
apreciados.
Tal
vez parezca un padre amante aquel que deja de lado sus propias
necesidades para atender a las de su hijo. Sin embargo, esta
conducta suele enmascarar el egoísmo intenso, la baja
autoestima, el temor al conflicto y hasta el rechazo
inconsciente. Ocurre a veces que el hecho de sentirse satélites
del niño crea resentimiento en los padres, y este sentimiento
está sujeto a comunicación mediante el lenguaje corporal.
Vivir con sacrificio no es lo mismo que vivir con amor.
Por
su parte, el padre vigilante que guía y dirige todos los
pasos de su hijo transmite a éste la idea de que el mundo está
lleno de peligros que el niño no puede afrontar. La
sobreprotección equivale más a decir 'Eres incompetente' que a decir: 'Eres digno de amor'. Y por ello, menoscaba el
autorrespeto.
Se
advierte constantemente a los padres que deben pasar más
tiempo con los niños. Sin embargo, es la CALIDAD y no la
CANTIDAD de tiempo que se invierte en ellos lo que cuenta para
que puedan sentirse amados.
Un
padre puede emplear muchas horas diarias en acompañar a sus
hijos en la realización de pequeñas tareas y en el juego con
ellos. Pero cuando alguien se detiene a escuchar, oye un flujo
constante de comentarios como los siguientes:
'Deja
de perder el tiempo, Juancito; es tu turno. ¡Juega de
una vez !'
'No
empuñas esa sierra como es debido. ¿Cuántas veces te dije
que la tomes así?'
'¿Por
qué no pateas la pelota como tu hermano ? ¿Cuándo vas
a aprender a golpearla con el empeine?'
'Ahí
volviste a borronear la témpera. Déjame hacerlo a mí. Y por
Dios, esta vez, FÍJATE cómo lo hago. ¡Si vas a hacer algo,
hazlo bien!'
Estas
horas dedicadas a los hijos, como se ve, están llenas de críticas,
faltas de respeto, comparaciones y grandes exigencias. Cuanto más tiempo pasan los niños con él, menos aptos y
dignos de que los quieran se sienten. La mera compañía no
siempre implica un aporte de amor.
LOS
MEDIOS MATERIALES SUELEN SERVIR COMO SUBSTITUTO DEL AMOR. ES MÁS
FÁCIL DAR COSAS DEL EXTERIOR QUE DE UNO MISMO.
El
amor se manifiesta vívidamente cuando brindamos VERDADEROS
ENCUENTROS Y SEGURIDAD PSICOLÓGICA. Veamos primero cómo es
la clase de encuentros que constituye un aporte;
consideraremos después los seis ingredientes de la seguridad
verdadera.
EL
VERDADERO ENCUENTRO
Todo
niño necesita celebrar periódicamente encuentros verdaderos
con sus padres.
EL ENCUENTRO VERDADERO NO ES MÁS QUE
ATENCIÓN CONCENTRADA.
ELLOS SABEN CUÁNDO LES PRESTAMOS ATENCIÓN.
Los
niños son extremadamente sensibles al grado de atención
concentrada que reciben.
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