LA
PERSONA SUMISA
María
es madre de tres hijos. Su marido abandonó la familia cuando los niños
eran muy pequeños. Cuando los niños crecieron, se volvieron cada vez
más exigentes, y María se rendía a sus exigencias. Cuando eran
pequeños, solían rechazar la comida que les preparaba ella y le
obligaban a preparar otra cosa. Le resultaba difícil hacerlos
acostarse a su hora y dejar de ver la televisión. Si ellos no querían
bañarse, no se bañaban. Esto, aunque era malo, no era más que el
principio.
Cuando
los niños tenían de 9 a 13 años, discutían con María hasta que
ella les daba dinero. Volvían a casa tarde, empezaron a fumar, beber
y decir palabrotas. Los niños no sólo empezaron a robar en las
tiendas, sino que también le quitaban el dinero a María sin que ella
se diera cuenta. No se ocupaban de las tareas domésticas y
destrozaban la casa cuando se peleaban entre ellos. Los visitantes veían
la casa con agujeros en las paredes, platos rotos, y papeles y ropas
tirados por todas partes.
María
amenazaba a los niños con castigarlos, pero rara vez cumplía sus
amenazas. Cuando ellos se portaban mal, ella sólo les decía
indirectamente que dejaran de comportarse así, y a veces lo decía de
tal manera que parecía una broma. Les pedía tímidamente que no se
comportasen así, y tenía que repetirlo al menos tres veces para que
ellos se dieran siquiera por aludidos. Intentaba explicarles por qué
debían hacer algo, e incluso les suplicaba que se portasen bien. Si
ella iba a traer a casa un amigo, les daba dinero o los sobornaba de
algún otro modo para que tuviesen la casa limpia y para que se
comportasen bien mientras estaba en casa el amigo de ella.
Causas
del nivel bajo de dominación o sumisión
Algunos
niños son más pasivos y no dominantes por naturaleza. A los padres
de estos niños les resulta fácil dirigirlos. Les gusta agradar a los
demás y se comportan con formalidad en las comidas, recogen sus
juguetes y se van a la cama cuando se les pide.
La
sumisión también se desarrolla en los entornos en que se recalca, se
presenta como modelo, se exige y se recompensa el escuchar a los demás,
la colaboración y la sumisión. Es posible que se desincentivase o se
castigue la persuasión, las peticiones o el de acuerdo abierto.
Cuando los padres intentan educar hijos modelos, callados y que
obedecen como robots, inhiben a veces en ellos la dominación.
Cuando
un niño es criticado, rechazado o castigado física o verbalmente por
expresar sus opiniones, es poco probable que el niño desarrolle
dominación. |