Estallidos
del temperamento
Casi todos los bebés tienen estallidos
temperamentales, entre
1 y 3 años de edad. Han adquirido sentido de sus
propios deseos e individualidad. Cuando son frustrados, lo
saben y se enojan. Sin embargo, por lo común, no atacan al
padre que ha interferido con ellos. Tal vez el mayor le
resulte demasiado importante y grande. Además, si instinto de
pelea aún no está bien desarrollado.
Cuando el sentimiento de ira bulle dentro de ellos,
no se les ocurre nada mejor que arrojarlo al suelo, junto con
ellos mismos. Se tiran al piso gritando, y golpean con las
manos y los pies, y quizá, con la cabeza.
· Un
berrinche de tanto en
tanto, no significa nada ;
están relacionados con ciertas frustraciones.
· Si
ocurren con regularidad,
varias veces por día, podría significar que el niño está demasiado cansado o tiene alguna perturbación física crónica.
Las pataletas frecuentes, se deben , a menudo, al
hecho de que los padres no han adquirido la habilidad de
manejar al niño con tacto. Existen varias preguntas a formular:
· ¿Tiene
el niño bastantes oportunidades de jugar, con libertad, al
aire libre, en un sitio donde los padres no deben estar
pendientes de él, y donde haya objetos que puedan arrastrar y
de los que pueda tirar, o a los cuales treparse?
· Dentro
de la casa ¿Tiene suficientes juguetes y objetos domésticos,
con los cuales jugar, está la casa acondicionada como para
que los padres no deban prohibirle tocar cosas?
· ¿Los
padres lo inducen, sin advertirlo a armar alboroto, diciéndole
que se coloque la camisa, en lugar de ponérsela sin hacer
comentarios, preguntándole si desea ir al baño, en vez de
llevarlo allí?
· Cuando
es necesario interrumpir su juego, para ir a comer, ¿lo
frustran en forma directa, o atraen su atención sobre ello
como algo agradable?
· Cuando
los padres ven que la tormenta se acerca, ¿lo enfrentan de
modo directo, con severidad, o lo distraen con alguna otra
cosa?
No se pueden eludir todos los berrinches. Los padres
no serían normales si tuvieran tanta paciencia y tanto taco.
Cuando el escándalo se desata usted trata de tomarlo a la
ligera y de ayudar a superarlo. Por cierto, usted no cede con
debilidad y deja que el niño se salga con la suya; de
otro modo, provocaría berrinches con frecuencia, adrede. Usted
no discute con él, porque no está en condiciones de percibir
lo equivocado de su conducta. Si usted se enoja, sólo lo
impulsa a empecinarse en su posición. Déle una posibilidad
de salida elegante. Un
niño se apacigua con rapidez, si los padres se retiran y
continúan con sus propias ocupaciones, de modo llano, como si
ni pudieran ser molestados. Otro, más decidido y
orgulloso, se empecina gritando y agitándose, durante una
hora, hasta que sus padres hacen un gesto amistoso. Podrían
aparecer con alguna sugerencia para hacer algo divertido, y un
mimo, para demostrar que desean terminar con el alboroto, tan
pronto como haya
pasado lo peor.
Que una niña arme un escándalo en la calle, resulta embarazoso. Tómela con una sonrisa,
si puede forzarse a ello, y llévela a un sitio tranquilo,
donde ambos puedan serenarse en privado.
Las rachas de
contener el aliento, durante las cuales un niño puede
tornarse azul e, inclusive, perder la conciencia por unos instantes, pueden ser una
expresión de temperamento. Para los padres, resultan
alarmantes, pero deben aprender a manipularlas con sensatez,
tal como en el tema anterior, con el propósito de impedir
que el niño lo utilice en forma deliberada, cada vez más.
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