adolescentes dE
14, 15 y 16 años
14
años
A los catorce años un
adolescente comienza a ser dueño
de sí: feliz y seguro de sí mismo, exuberante y enérgico y de
una firme fibra emocional, dispuesto siempre a satisfacer las
exigencias del mundo exterior.
Lo
lógico sería suponer que estas excelentes y promisorias cualidades
han de intensificarse y hacerse más amplias en el curso del año
siguiente. Pero las cosas no suceden de este modo, porque el
desarrollo, como ya se dijo, obedece
a una lógica distinta.
En
esta edad se suelen establecer los comportamientos más específicos
de la adolescencia, donde el joven:
· Lucha con su sentido de identidad,
· Se siente extraño o abochornado consigo mismo o con su cuerpo,
· Se enfoca en sí mismo, alternando entre altas expectativas y
un pobre concepto propio,
· Lo influencian los amigos en su modo de vestir e intereses,
· Su humor es cambiante,
· Mejora su habilidad del uso del lenguaje y su forma de
expresarse,
· Tiene menos demostraciones de afecto hacia los padres;
ocasionalmente se pone grosero,
· Se queja de que los padres interfieren con su independencia, y
· Tiene la tendencia a regresar al comportamiento infantil,
particularmente cuando está bajo mucho estrés.
15
años
Frecuentemente,
el adolescente de quince años es 'indiferente' y habla con voz
suave, en lugar del exuberante vozarrón del año anterior. Sus energías
de expansión son tan magras que a veces se lo cree perezoso o, por lo
menos, cansado. Produce cierta impresión de apatía. Esta impresión,
sin embargo, puede ser muy bien errónea, pues la aparente apatía se
halla estrechamente relacionada con una reposada
y reflexiva preocupación por sus estados anímicos íntimos.
Concede
una atención focalizada a estos sutiles estados, que contrastan
con las emociones más vigorosas de un año antes. Algunos de los
rasgos de madurez más significativos se refieren, a esta edad, a un marcado refinamiento de los patrones anímicos.
Esta
creciente apreciación de los matices y formas sutiles del sentimiento
se ponen de manifiesto en una nueva sensibilidad e irritabilidad,
junto con multitud de resistencias, aversiones y sospechas que pueblan
su conducta.
Lo
sentimientos, ya sean positivos o negativos, no
nos vienen plenamente formados desde nuestro origen. Se van
configurando poco a poco a través del crecimiento y la experiencia.
16
años
La
gran espiral del desarrollo humano tiene sus sub-ciclos mayores y
menores. El mayor, iniciado a los diez años, alcanza su culminación
a los dieciséis, para luego desenvolverse durante cinco años más
hacia el nivel de la madurez total. El adolescente de dieciséis años
no tiene más que pararse en puntas de pie, prácticamente, para ver
el horizonte de la edad adulta. El mismo es algo así como un preadulto.
La
propia sociedad le acuerda sus reconocimientos a esta creciente
madurez a través de diversas normas, costumbres y leyes. La
actitud de los padres, profesores y preceptores sufre modificaciones
sutiles cuando éstos advierten la creciente madurez del joven. El
intercambio se desarrolla prácticamente en un pie de igualdad. El
adolescente de dieciséis años tiene una mente más dueña de sí
misma, porque se halla mejor
ordenada y controlada.
Los
quince años eran una etapa necesaria. En ella se preparó el camino
para las integraciones más
vastas y mejor equilibradas de la conducta del joven de dieciséis.
Con esta ventaja, ahora despliega una mayor confianza en sí mismo y
una autonomía más profunda. La entera fe
en sí mismo es el rasgo más característico de esta edad, y el síntoma
de sus aptitudes latentes.
Es más tolerante con todo el
mundo en general. Tiende a aceptar la vida tal como la encuentra. En
caso de llegar una visita inesperada, puede sorprender a su familia
por la cordialidad desplegada y la desenvoltura casi adulta con que la
recibe. |